Conectar con nuestras emociones o saber identificarlas nos permite tener el control sobre nuestras decisiones y, como consecuencia, tener una vida equilibrada y plena.
Según Daniel Goleman, psicólogo y autor del bestseller internacional The Emotional Intelligence: Why it Can Matter More than IQ, la inteligencia emocional puede ser más importante que el coeficiente intelectual. Además, explica que nuestra forma de entender la inteligencia humana es muy limitada y que se ignoran un número crucial de habilidades relevantes en relación a cómo vivimos.
Pero, ¿qué significa emoción?
La emoción es la alteración del ánimo que repercute directamente en la gestión de nuestra vida. Dependiendo de la gestión que hagamos de nuestras emociones los efectos serán positivos o negativos y, el grado en el que te afectan, determinarán el equilibrio en tu vida.
La gestión de las emociones no se debe hacer únicamente con las desagradables ya que, las que a prori nos parecen placenteras, pueden también producir desequilibrios o malestar psicológico. Por ejemplo, mirar vídeos en YouTube genera placer emocional durante un periodo de tiempo determinado, a partir del cual pueden aparecer sentimientos de culpa, frustración, desánimo que derivan en emociones desagradables.
Cuanto más sepamos sobre nosotros, más fácil será encontrar el equilibrio en nuestra vida. La gestión emocional nos permite, entre otras cosas, ser más felices.
Pero claro, para poder llevar a cabo una buena gestión de ellas es fundamental poder sentirlas, observarlas y averiguar cuál es el mensaje que nos dan. De hecho, reprimir una emoción nos puede causar conflictos internos que nos afectan en todos los aspectos de la vida, llegando incluso a producir síntomas físicos tales como dolores gastrointestinales, cefaleas, insomnio,…
A diario gestionamos emociones en todo tipo de situaciones cotidianas sin darnos cuenta de lo bien que lo hacemos. Como cuando quieres buscar la dirección de un lugar al que llegas justo de tiempo y Google Maps no carga; o cuando te has abrigado mucho y hace calor; o cuando la red wifi no funciona como debería y no podemos enviar un e-mail urgente. Esto provoca que nos sintamos frustrados y ansiosos pero no nos ponemos a chillar ni a dar golpes contra las cosas, si no que nos calmamos y tratamos de solucionar la incidencia sin reprimir la emoción.
Sabemos que no podemos dejarnos llevar por nuestras emociones, pero tampoco ocultarlas, así que tenemos que disminuir la intensidad de cada una de ellas y aprender a identificar qué nos están indicando. Y, aunque es posible que hayamos aprendido a gestionarlas, puede ser que en un momento dado de nuestras vidas se junten varios factores estresantes y las emociones sean tan intensas que no podamos afrontarlas.
Para mejorar la gestión de tus emociones tendremos en cuenta tres aspectos: la meta (lo que pretendemos conseguir), las estrategias (que utilizamos para influir sobre las emociones) y los resultados (afectivos, cognitivos y sociales).
Es importante que conozcas un poco más sobre mí y el enfoque desde el que trabajo, así como lo es resolver las dudas que tengas y, si hay alguna que no tenga respuesta, siempre puedes ponerte en contacto conmigo.